La osteoporosis es la pérdida progresiva de la masa ósea, que hace que los huesos se vuelvan más frágiles y propensos a las fracturas.
Existen varios tipos de Osteoporosis: La menopáusica, la senil y la originada por el uso continuo de algunos medicamentos. Dentro de estas las más frecuentes son las que afectan a millones de mujeres mayores de 45 años en todo el mundo.
Existen algunos factores de riesgo que predisponen o aumentan el riesgo en las mujeres después de la menopausia. Entre estos factores encontramos:
La osteoporosis no produce síntomas en un primer momento debido a la lenta disminución de la densidad ósea y lamentablemente uno de los primeros síntomas resulta ser una fractura.
Son frecuentes las fracturas de los huesos, muñeca, cabeza del fémur y aplastamientos vertebrales, que con la osteoporosis hacen muy lenta su recuperación.
En caso de fractura el diagnóstico de osteoporosis se basa en la combinación de síntomas; pueden necesitarse estudios complementarios para descartar enfermedades curables que puedan provocar la osteoporosis.
La osteoporosis se puede diagnosticar antes que se produzca una fractura, mediante pruebas que midan la densidad de los huesos. La más precisa es la densitometría ósea.
La prevención de la osteoporosis es más eficaz que su tratamiento y consiste en mantener o aumentar la densidad ósea mediante el consumo de una cantidad adecuada de calcio, la practica de ejercicios en los que se debe soportar el peso corporal y, en algunos casos, la administración de fármacos. Los estrógenos suelen mantener la densidad ósea en las mujeres. La terapia de sustitución de estrógenos o Terapia de Reemplazo Hormonal (TRH) como mejor se le conoce, es más eficaz si se comienza dentro de los 4 a 6 años primeros de la menopausia; sin embargo, puede retrasar la perdida ósea y reducir el riesgo de fracturas aunque se inicie mas tarde.
El objetivo del tratamiento es aumentar la densidad ósea. Todas las mujeres sobre todo las que padecen osteoporosis, deberían tomar suplementos de calcio y vitamina D.