Una buena manera de ayudar a la mujer en los momentos previos al parto es satisfaciendo sus necesidades y deseos. Desde lo más simple, como por ejemplo conseguirle unas almohadas extra para ayudarla a apoyarse mejor, hasta pedirle al personal médico del hospital que espere hasta que haya pasado una contracción antes de hacerle algún control, etc. Significa estar atento a las preferencias de tu mujer con respecto a las intervenciones, ya sea desde un control electrónico del feto, hasta una medicación para el dolor.
Esto es algo que ambos deben decidir bien con anterioridad a la fecha fijada para el parto. Infórmate sobre las opciones con material de lectura, clases de parto, y charlas con otros padres. Tus sentimientos también son importantes, por eso, éste es el momento de ser sinceros el uno con el otro. Por ejemplo, si no puedes soportar ver a tu mujer sufrir, pero ella prefiere no tomar medicamentos, ponte de acuerdo con ella antes, no en medio del parto.
Durante el parto, no dudes en hablar sobre lo que ambos desean; es probable que tu mujer no pueda hacerlo al estar concentrada en el trabajo de parto. Piensa que los médicos querrán ayudarlos en todo lo que puedan, pero no pueden adivinar sus pensamientos. Por lo general, el personal del hospital sigue una rutina; entonces depende de tí aclarar si deseas un cambio.
Por el bien de tu mujer, evita una mala relación con quienes la rodean. Sé positivo, no agresivo, ni tampoco pasivo. Siéntete libre de hacer preguntas. Siempre hay tiempo para ello y tú tienes derecho a saber qué está ocurriendo (incluyendo los riesgos, beneficios, y alternativas).
Puedes también pedir una segunda opinión antes de aceptar un cambio de planes. Al hacerlo, recuerda tener una actitud abierta; después de todo, los planes muchas veces deben cambiar por la seguridad de la madre o del bebé. Tu mujer probablemente confía en su médico, y por lo tanto tú también deberías hacerlo.
Rebista